El pueblo perdido
Sucumbido en amor, plagado de
ademanes históricos, es el viento imparable y es la risa el lenguaje universal
de los tiempos. La virtud de un llanto olvidado que recorre la mente más apática.
El color distingue la sangre de un pueblo virtuoso, un pueblo multicolor. Son las alas de un sueño que rompe el andar del
viento, es su vuelo el que grita toda una marcha de sueño americano.
El hambre no es de pan, es hambre de esperanza y sueños truncados. La espina
en la vida brota en veraneras y flores latinas. Construyendo un beso mojado por
el llanto de la madre morena. La vida esculpida con guerras, es la ilusión y el
tiempo la mayor cicatriz, pero la gente mira sobre el corazón peculiar de un
pueblo perdido en el tiempo.
Es un pueblo grande que no conoce fronteras; y el universo es aquí. La sangre
fluye por la tierra blanca, negra y marrón de una región con sal, oro rizas y
agua que fluye de las venas del alma. Es
el grito de un pueblo, es la esperanza de un pueblo que no existe aquí, pero está
presente allá, ella donde vive el amor, la esperanza y la justicia.
Se transforman con un abrazo los corazones del despotismo y las guerras
se convierten en estandarte de paz. La región azotada por el mundo, olvidada
por el mundo, explotada por el mundo y ahora amada por el mundo. ¡Latinoamérica!.
Latinoamérica es mujer. Mujer morena como la tierra, con sangre de amor,
color roja como la entraña de la tierra, de pelo negro como la obscuridad y ojos marrón como el barro mezclado con
sudor, sus dientes amarillentos como maíz y sus uñas desechas por tanto andar.
Latinoamérica es mujer con cara arrugada, corazón rejuvenecido y pensamiento
inocente como niño. Su rostro alegre y
palabras de muchos colores. Con el pasar de los siglos llora la pérdida de sus
hijos; acoge al tiempo como esperanza de lucha y una vida eterna de inocencia
ante un pueblo perdido.
Este pueblo perdido rejuvenece con cada amanecer, porque es la vida que
impera de punta a punta, de extremo a extremo y de país a país. Mientras la
vida crezca seremos un pueblo perdido en todo el mundo, que resurge como el
alma que canta en el infinito.
La pobreza no existe. La crearon para tenernos presos del tiempo. Pero este
pueblo perdido resurge de entre cenizas, balas y dictadores. Es el viento lo único
que no pueden atrapar como el amor constante de mi gente que en todo habita
para darle sabor.
El pueblo perdido no habita aquí ni allá, no habita en ningún lugar. Se habita
donde hay represión para dar esperanza, donde hay desigualdad para lograr la
justicia. Es un pueblo latinoamericano que se mueve con el pasar del tiempo. Cambia
fortuitamente y espera sobre una roca bajo un amate.
Es la vida más grande que la muerte y la muerte vive entre nosotros, con
nosotros y sin nosotros. Pero la lluvia cae del cielo y se confunde con las lágrimas
de un pueblo que llora la represión; penetra los poros hasta mezclarse con la
sangre y el pensamiento. Esto florece en conciencia y canto poético de un
pueblo que no existe. Ese pueblo no existe afuera, existe aquí adentro, adentro del propio
pueblo y donde existe un corazón existirá un pueblo latinoamericano.
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