El tercer Partido Político: parte III
El tercer
Partido Político: parte III
Síntesis:
Parte I
En nuestro país se nos ha adoctrinado
que solo existen dos fuerzas partidarias, o mejor dicho dos concepciones
ideológico partidarias: Izquierda y Derecha. Y claramente es así en cuanto a la
concepción filosófica, política e histórica, o por lo menos de nombre: FMLN
(Izquierda), ARENA (Derecha), aunque en sus actos muchas ocasiones se comportan
como derechas sutiles, o izquierdas tenues. En el espectro político existen extremos desde
Izquierda Extrema, Izquierda Tradicional, Izquierda Centro y Derecha Centro,
Derecha Tradicional a Derecha Extrema y CENTRO.
Parte II
Los actuales partidos políticos del sistema
electoral responden a un periodo ideológico, económico, demográfico, cultural y
social del siglo pasado. Nuestro sistema partidario se ha caracterizado en ser
un pluralismo polarizado, Sartori analiza
la experiencia francesa desde la V República, y se expresa en los siguientes
términos: “…la fórmula de la Quinta
República ha cumplido bien -desde 1958- el propósito de reducir
considerablemente la fragmentación del sistema de partidos y de reconformar al
sistema político francés convirtiéndolo en un sistema bipolar”. (Sartori 1996,
26) [1] durante. El bipartidismo en El Salvador
ha sido representado en “dos polos” electorales. Hasta en 1979 existía un polo
en la oposición y el partido gobernante constituía el otro polo.
El panorama para la constitución y o
surgimiento de una tercera fuerza política en El Salvador está desarrollándose
de manera paulatina y constante al grado de crearse el “tercer partido
político” el cual deberá reunir aspectos básicos como la integración de jóvenes
y mujeres en su mayoría, personas con alto impacto organizativo social,
cultural, regional y enfocado en los cambios nacionales e internacionales y no
ser constituido por las masas comunes de personas que han ostentado el poder
por décadas en nuestro país.
Parte III
Procurare que esta sea la última parte de uno de los artículos más
complejos que he escrito.
Dimensionar los aspectos del
comportamiento político partidario salvadoreño principalmente resulta muy dinámico
y cambiante. Nuestra cultura e identidad esta atrofiada al punto de no
reconocer ni identidad ni cultura. El término
de cultura se refiere a los patrones de pensamiento, sentimiento y conducta de
los seres humanos que se transfieren de una generación a otra entre los
miembros de una sociedad. Se considera que el pensar, sentir y la conducta
grupal de la gente es un producto cultural.
La estabilidad de una identidad
colectiva no depende de la permanencia de la cultura, puesto que el repertorio
cultural puede transformarse sin mermar la identidad de un grupo social ni las
fronteras que lo definen. Tomando el ejemplo de los grupos étnicos, dado lo
anterior, lo que debemos analizar no son los rasgos culturales constitutivos de
una identidad étnica, sino cómo los grupos étnicos “han logrado mantener sus
fronteras (las que los distinguen de los otros) a través de los cambios
sociales, políticos y culturales que jalonaron su historia”. Así como las
identidades individuales, las colectivas también se constituyen a partir de un
constante trabajo de diferenciación. Tenemos, entonces, que la identidad no se
define por sus contenidos sino por sus límites, que marcan las fronteras entre
un “nosotros” y los “otros”.
La identidad cultural determina en
gran parte el comportamiento del colectivo o población salvadoreña al punto de
condicionar las “relaciones sociales” y “decisiones colectivas” como un patrón
de constancia. La cultura salvadoreña tiene un rasgo de identidad de la
“violencia social”. La política salvadoreña es relativamente joven en
comparación a países como Estados Unidos, Francia y o Argentina.
En la política actual de El Salvador,
la correlación de poderes es determinada por un régimen “multipartidismo
polarizado” dominado por ARENA y FMLN, con muestras claras y estadísticas de
una crisis o decadencia política partidaria. El surgimiento de partidos
políticos en El Salvador esta caracterizado por momentos sociales, económicos y
políticos violentos:
·
El régimen de
Martínez se consolidó después de contener la rebelión, manteniéndose en el
poder hasta 1944. En la década de 1950, los gobiernos de los coroneles Óscar Osorio y José María Lemus, impulsaron algunas reformas sociales pero mantuvieron un fuerte
control de la oposición.
·
La llamada «Guerra del Fútbol » con Honduras 1969, provocó el regreso en masa de miles de salvadoreños
establecidos en el país vecino, lo que hizo aumentar las tensiones sociales.
·
Durante la década de
1970, El Salvador se transformó progresivamente en un hervidero social. La
falta de libertades, la abismal brecha entre ricos y pobres (el 10 % de la
población disfrutaba del 80 % de las riquezas del país), sumados a la
creciente tensión internacional entre occidente y el bloque comunista,
contribuían a caldear el país.
·
La guerra civil de El Salvador, ha
sido considerada como uno de los conflictos derivados de la confrontación
ideológica, política y militar entre la Unión Soviética y los Estados
Unidos (con sus respectivos aliados), conocida como Guerra Fría.
Los dos bandos en pugna en el conflicto salvadoreño, estaban influenciados por
la contienda global. El Gobierno de El Salvador había mantenido una firme
alianza con los Estados Unidos desde mediados del siglo XX.
Oficiales del ejército gubernamental, la FAES, recibieron adiestramiento en
centros militares estadounidenses como la Escuela de las Américas aún en la
época anterior al conflicto bélico salvadoreño, obteniendo el apoyo de los
gobiernos de Jimmy Carter, Ronald Reagan y George H. W.
Bush.
·
El 24 de marzo de 1980 el Arzobispo de San Salvador, Monseñor Óscar Arnulfo Romero, se presume, fue
asesinado por Marino Samayor Acosta, bajo las ordenes de Roberto d'Aubuisson. Se cree que la izquierda
lo asesinó tomándolo como mártir.
Estos son algunos puntos de inflexión a nivel de la
historia en El Salvador, principalmente en el entorno político. La relación del
poder político con el poder social se desvinculo a principios de 1980-1990 y
fue ultrajado (el poder social) recientemente en el 2009. Actualmente la
sociedad inicia la “movilización u organización social”. Cuando los poderes jurídicos,
políticos y económicos colapsan y atrofian el Estado entra en dinámica el poder
social para instaurar el orden necesario. Los conflictos sociales son la
muestra del “movimiento” el cual debe moverse para tener poder, y es de
contemplar que los movimientos son amorfos, es decir; no tienen forma. Los
partidos políticos si tienen forma jurídica. Los movimientos sociales tienen
legitimidad temporal.
Sprenkels comienza revisando algunas lecturas que
otros académicos han hecho sobre las relaciones urbano–rurales en la
insurgencia salvadoreña. Por ejemplo, Jenny Pearce sostiene en su libro La
tierra prometida (1986) que el conflicto era una rebelión rural,
desatada por el despertar político del campesinado, convertido en la fuerza
principal. Por otro lado, Yvon Grenier hace énfasis en el carácter urbano de la
insurgencia salvadoreña: según este autor, a principios de los ochenta “la
insurgencia se trasladó de las ciudades al campo y solamente una pequeña
minoría de campesinos se enlistó en la guerrilla”.
Una definición mínima de partido es
"cualquier grupo político identificado por una etiqueta oficial
que presenta a las elecciones y puede sacar en elecciones (libres o no)
candidatos a cargos públicos" (Sartori, 1980).
Art. 85.- El Gobierno es republicano, democrático y representativo. El sistema político es pluralista y se expresa por medio de los partidos políticos, que son el único instrumento para el ejercicio de la representación del pueblo dentro del Gobierno. Las normas, organización y funcionamiento se sujetarán a los principios de la democracia representativa. La existencia de un partido único oficial es incompatible con el sistema democrático y con la forma de gobierno establecidos en esta Constitución.
Ante estas consideraciones históricas y culturales
es preciso definir el surgimiento de una tercera fuerza política partidaria, no
solo para incrustar en el poder un contrapeso contra el poder mismo; más bien
debe responder a las necesidades y realidades actuales que atraviesa El
Salvador. Somos un país en la región Centroamericana con tantos conflictos como
bondades. El tercer partido político debe ser de carácter amplio, progresista,
diverso, multipolar e ideológicamente centrado en el bien común de la persona
en sociedad. El poder está en crisis a nivel de Latinoamérica y El Salvador no
es la excepción, y por tal crisis es justo y necesario una nueva alternativa
con la capacidad de negociar con las fuerzas del poder, conciliar con los
estratos sociales, gestionar conflictos históricos y tener una relación multipolar
a nivel del mundo, capitalizar la fuerza humana y restaurar la riqueza
nacional. La historia en el pulgarcito de américa inicia un nuevo capítulo.
Llegamos al
fin del periodo de la posguerra para iniciar el nuevo milenio en la transición
del poder. –ALAS.
[1] Sartori Giovanni. Ingeniería
Constitucional Comparada. Fondo de Cultura Económica. Primera Reimpresión.
México D.F. México, 1996.
Comentarios
Publicar un comentario