Transformación de El Salvador
Las ocasiones que me preguntan ¿Eduardo qué opinas de la situación del país
y del rumbo? Suelo preguntar ¿Qué situación? ¿Qué país? Y ¿Qué rumbo?
El Salvador como país está
configurado de tal medida que el "poder" se presuma de manera
sistemática, es decir; el poder sin un sistema dado no puede expresarse, ampliarse, aplicarse y crecer. No sólo el
poder político, poder económico o poder
social. Ahora bien, puedo hacer otras preguntas:
¿El poder político en El Salvador
se APLICA actualmente?
¿El poder económico en El Salvador
CRECE actualmente?
¿El poder social en El Salvador se
EXPRESA actualmente?
Precisando podrás tener una
respuesta.
Sin embargo para entender la
función del poder es de estar en cada plano en su esencia más que en
apariencia. Hablar de una aplicación del
poder político desde la esencia es algo constante. Un periodo gubernamental
cualquiera que fuese distinguirá su ejercicio respecto a otros aunque la
percepción social sea contraria. Los grupos económicos denotaran crecimiento en
medida de la correlación del poder político,
correspondiendo una simpatía o no con los gobiernos de turno. Las
organizaciones sociales determinantes del ciudadano podrá expresar su ideal
ante los demás poderes conociendo contractualmente la situación polarizante del
país.
La situación en El Salvador durante
los últimos 25 años ha cambiado. Vendieron los "acuerdos de paz" como
elemento de desarrollo del país, siendo el trasfondo el acuerdo para
ahorcar la mayor expresión social del ciudadano formándola un partido de
derecha y siendo una negociación para las mayores reparticiones de las
riquezas, poder y futuro del país. La educación no es una vanguardia, el modelo educativo no es compatible a las
necesidades demográficas y económicas del país.
El modelo de privatizaciones se ejemplificó al nivel de generar
decadencia en el aparato público. La
movilización e inmigración de salvadoreños ha colapsado al punto futuro donde
seremos la "nueva España".
El país, un trozo minúsculo de
tierra posee una ubicación privilegiada a nivel de la región, y somos tres veces más grandes en mar.
Poseemos recursos energéticos inmensurable como la geotermia, una fuerza de
producción descomunal con más de 2.5 millos de personas en capacidad de
trabajar sin contar los que están fuera de nuestras fronteras. El Salvador
contiene una invaluable historia y una transculturización impactante. Si
pensamos en el futuro con la intensidad del pasado nuestro presente será
prioritario. El acceso vial
está creado, el bono demográfico está por estabilizarse en unas cuantas décadas
y dejaremos de ser un país con “jóvenes por centímetro cuadrado”.
El rumbo, la apuesta general del país
no se percibe claramente. De hecho, no se conocen las apuestas estratégicas ni
a corto ni mediano plazo, me refiero que buena parte de la población salvadoreña,
incluyendo a buena parte de la población joven no digerimos un rumbo pleno,
seguro en términos de empleo, cultural, habitacional, educativo, y también fiscal.
Crear carreteras y autopistas es básico para mostrar un interés del desarrollo
vial. Subsidiar a sectores de manera igualitaria y no equitativa refleja una
desesperante labor de mantener un poder fáctico. Concentrarnos como un mercado
nacional y no como un mercado regional y hasta mundial limita sin duda la
adaptabilidad al nuevo mundo. Las relaciones con otros países y regiones no deben
centrarse únicamente en lo económico, una apuesta debe ser lo educativo, tecnológico,
vial, salud y político.
Reconozco el valor público como
elemento dinamizador para la trasformación de El Salvador. Entonces la apuesta
es: generar valor público. La mejor campaña es la que no se hace. La mayoría de
gobernantes no generan valor público, generan valor de lo público. Se presenta
una discrepancia entre los intereses públicos y los intereses personales. La transformación
de El Salvador es fundamental. Nos vendieron la idea de la represión, la
estrategia del cambio y la oferta de frijoles, escobas y láminas. Claro, la represión
se volcó, el cambio se generó y las regalías se esfumaron. El nuevo ideal podrá
centrarse en la “Transformación”.
La transformación
implica generar una alternativa creíble o en algunos términos aceptables con la
capacidad de generar una identidad de lo personal a lo colectivo y sea este
colectivo en su esencia social una base para detentar el poder. Sin poder no es
posible generar una transformación al revés, me refiero una transformación no
tradicionalista sino adaptativa al valor público de una sociedad diversa y
dispersa. Esa alternativa determina un
compromiso de generar las condiciones para obtener el poder, administrarlo y
generar el valor público.
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