Estado democrático: brutal hegemonía.


En un "estado de derecho democrático" o "Estado Democrático", se deben garantizar los derechos humanos y fundamentales. Podremos no estar del todo de acuerdo, o suponer que existen fallas en la democracia, y es así, y será así; una constante contradicción en la manera de comprender lo y en la manera de aplicarlo. Siempre queremos ser “juez” en todo proceso democrático. Es de reconocer que existen los “derechos” a o modo de reglas para normar la conducta humana, y son necesarias para que nuestra sociedad tenga un orden establecido.  Hoy en día estamos comprendiendo cómo funcionan las instituciones garantes de aplicar la norma y promover los derechos.

Expondré un caso que genera exaltación y evidencias de uno de los fanatismos más peligrosos, me refiero al fanatismo político. Por increíble que parezca, el “fanatismo” tiene un componente mental y o psicológico determinante para generar una norma y hasta costumbre en la persona, se forma en nuestro pensamiento en base a la relación de ciertas situaciones de la vida. Otros tipos de fanatismo peligrosos en nuestra sociedad es el fanatismo religioso y el fanatismo deportivo, ambos desencadenarían violencia social si sus principales símbolos de liderazgos no norman la conducta de cumulo social.

En un estado democrático se desarrolla el respeto individual y colectivo aunque no estemos del todo desacuerdo. En el espectro político se debe precisar a respetar sobre todo sin ofender la moral y principios de la persona, mas sin embargo, se debe discutir en base a ideas y propuestas no en base a integridad y o intimidad de la persona. Esto significa que en un Estado Democrático no hay verdades absolutas, ni mentiras sutiles. En la política se desarrollar una lucha del poder contra el poder. En la democracia se deben garantizar el libre ejercicio de la participación política para ser ratificada en la libre elección.

En El Salvador se utiliza la institucionalidad democrática de manera perversa y dictatorial por las elites económicas, mediáticas y políticas. Estas elites o argollas de poder degeneran nuestra pobre y débil institucional emanada por la jurisprudencia en el Estado de derecho. La institucionalidad democrática es débil por que el Estado es débil; entonces para evitar el “Clientelismo político” que es un tipo de corrupción en el sistema nacional, debemos fortalecer las instituciones del Estados, bebemos hacer un Estado fuerte. La elite económica usa a la clase política para ejecutar sus planes para condicionar a la sociedad, y utilizan a los medios para recrear las justificaciones necesarias. Este es el juego democrático del poder. Pero para que el poder o este juego se desarrolle debe ser ejecutado o dirigido a blancos débiles que no cuenten con el respaldo del mayor poder; poder social. Caso contrario este será un juego completo y delicado, como una bomba de tiempo. En política jamás se pierde del todo, pero si el logro implica un riesgo grande se utilizaran las herramientas más “democráticas posibles” para no generar una confrontación social. ¿El fin justifica los medios? Maquiavelo.

Me enfoco a este momento del juego del ascenso y mantenimiento del poder a costa del mismo poder. Refiero este articulo a la clase dominante, si, la clase dominante en El Salvador integrada por las más de 25 familias más poderosas del país, a los dueños del país  y explotadores de la población salvadoreña generación tras generación por  más de 200 años. Cuando el poder hegemónico se ve en riesgo de perder parcialmente su poder harán hasta lo impensable por mantenerlo. El poder debe ganarse, mantenerse y expandirse, sino no es poder. Antonio Gramsci define lo hegemónico como la dominación y mantenimiento de poder. Esto persuade utilizar al Estado democrático de forma demagógica, populista e ideológica para impedir el acceso de las nuevas formas del poder. Por tal razón expreso que estamos atravesando un panorama de lucha del poder contra el poder para acceder al poder y mantener el poder.
La política sin poder no es viable para realizar transformaciones, una lección sin participación electoral no es democracia plena y un Estado sin normas ni ciudadanos no es soberano. Por lo tanto en un estado democrático, nos guste o no nos guste se debe respetar la participación política de cada ciudadano a postularse a cargos de elección popular, no es un delito mucho, menos un pecado.    

Las elecciones son un indicador importante del juego democrático, esto es importante para generar en cierto sentido la alternancia del poder y la movilización del poder, o de los poderes. También a nivel internacional es un indicador para capitación de donaciones y “ayuda” que al final resulta más cruel que el problema. Se debe garantizar un balance en el control Estatal. No debemos exagerar demasiadas desgracias de nuestro país ni demasiadas virtudes. Aun poseemos una institucionalidad democrática respecto a nuestros hermanos centroamericanos. Nuestra cultura indica que la explosión social para defensa del derecho democrático en las calles no es sostenible; ya que se ha logrado comprender en análisis, que, nuestra sociedad salvadoreña ha comprendido el rol de los partidos políticos en el desarrollo de la democracia representativa y la democracia participativa. Existe un sentimiento de conformismo político de esperar los momentos electorales, pero también de un mayor nivel de conciencia política respecto a la proyección se transformar El Salvador. Claro, esto no es indicador que de llegarse a una convulsión social se genere una insurrección. (Art. 87  Cn)

Nuestra democracia aun es admirada por nuestros vecinos centroamericanos por absurdo que parezca, pero se han preguntado ¿Vivirán en democracia otros países de la región?
Democracia en El Salvador ¿Para quién y por quienes?

"El poder hegemónico a lo que le tiene miedo es al poder social" En otra ocasión precisare al respecto. 

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